No suelo hacer estas cosas. Los que me leéis sabréis que soy del Barça. Sé que esa terrible enfermedad que da miedo hasta nombrar, que se ha llevado a gente que he querido, hoy se ha llevado a otra persona más, de las muchas que se lleva al año. Pero esta vez le ha tocado a Tito Vilanova, un entrenador y una persona que muchos hemos seguido desde que se sentó en el banquillo Blaugrana. Pudo perder... la batalla, pero se enfrentó cara a cara y peleó hasta el final. Me quedo con los 100 puntos que logró, con los valores que transmitió, con su educación y su perseverancia, porque fue un conciliador y no un conflictivo. La vida, antes de llevárselo, le dio un sueño (la liga) y también un reconocimiento mundial y ten por seguro, Tito, que allá donde te hayas ido, todas las personas tengamos el escudo que tengamos en el corazón, hoy tenemos un pensamiento agradecido y emotivo para ti. ¡Gracias por luchar y por todo lo que nos diste! ¡Gràcies, Tito!
Creo que algunos sabéis que soy merengue, pero ahora mismo siento que hay un gran vacío en el mundo del deporte. No estuvo mucho tiempo, pero siempre fue bueno. ¡Grande, Tito!
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